LO TRANSCRIBO LITERALMENTE PARA QUIEN LO DESEE LEER.
La Petición
Suele ocurrirme, con menuda frecuencia que me preguntan:
-Qué libro me recomiendas para leer ? algo liviano y digerible.
Mi respuesta, siempre va de acuerdo con el que pregunta. Debo sí, reconocer que lo que aquí se narra me provocó mucha gracia y un sentimiento indescriptible. En esta oportunidad, me remití a EE.UU en la década de 1850, donde la gran novela norteamericana era sueño y perdición de los escritores estadounidenses.
Este ambicioso modelo, parió cuatro libros fundamentales, dos primeros y dos después. Es asombroso ver, que el destino de estos, es inaudito. Ambas parejas de libros sufrieron el mismo destino, uno muy famoso y celebre, el otro desterrado a la incomprensión, rechazo y un olvido aterrador. Con consecuencias también muy disímiles para sus autores.
Aparecen en Nueva Cork los primeros volúmenes experimentales, ambos muy distintos. El primero un best seller de inmediato que ahora está relegado a la literatura infantil o la curiosidad de intelectuales, literatos y de aquellos que no tienen nada que hacer. “HIAWATHA” de Longfellow. El otro, entonces ignorado y ahora inmortalizado, “HOJAS de HIERBA” de W. Whitman.
Hiawatha, es un obra de un buen poeta que ha explorado bibliotecas con buena imaginación y oídos. Hojas de Hierba, en cambio es una obra brutal y violenta clara revelación de un hombre genio.
Son evidentes sus diferencias que sorprende que sean contemporáneas. Sin embargo, debemos admitir, que algo las une, los cuatro libros son epopeyas americanas. Debemos recordar que EE.UU. era entonces un símbolo famoso, de un ideal originado en el siglo pasado, ahora, un tanto gastado por el abuso de las urnas electorales y por los elocuentes excesos de retórica.
Las otras dos piedras fundamentales son “HUCKLEBERRY FINN” y “MOBY DICK” de Mark Twain y Herman Melville respectivamente. El primero es la libertad hecha rebeldía, con un buena dosis de buen humor.
Moby Dick, en cambio, es la oscuridad misma, con tormentas marionas gigantescas y colosales, en un barco que es – una prisión infernal – del demencial y sombrío capitán Ahab. “ He escrito un libro perverso” escribiría Melville a Hawthorne ( otro grande de la literatura americana ), es el único que reconoció en ella, una gran novela cargada de simbolismos, demonios y dudas existenciales, que sólo en 1920 comenzó a ser valorada.
Pues bien, después de haber divagado por mi mente por unos segundos, respondí. Se me quedó mirando fijo, tomo un sorbo de su café, se levantó con una parsimonia inusual y me dijo.
- Tu crees que soy una niña ?!
Se fue encabronada, brava y mal humorada, que casi se cayó al salir. Terminé mi café, pedí otro, apagué el celular, escribí esto y me fui más tranquilo que nunca.
Joseph Cartaphilus
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